miércoles, 28 de agosto de 2013

Valhalla


Este cuento lo había escrito originalmente cuando tenia 18 años, lo perdí y a sugerencia de un amigo lo escribí de nuevo.

Valhalla Marcos Buccellato (1994) (2011)

El sol se oculta, los gritos se apagan, se escuchan los sordos gemidos de los heridos y moribundos, la batalla se ha terminado. El paisaje es desolador, sombrío y triste, cuerpos apilados, ensangrentados y torcidos de grotescas maneras adornan la planicie y en el cielo, los cuervos y el humo negro de las hogueras forman oscuras y tenebrosas formas a la roja y fría luz del atardecer de las tierras del norte. En este juego no importa la victoria o la derrota, siempre ocurre una de las dos y siempre se regresa a este campo de muerte, lo que vale es que hoy fue un buen día, muchos bravos guerreros cayeron por mi espada y otros tantos huyeron con terror en sus ojos de solo contemplar el sendero de aniquilación y sufrimiento que se abría a mi paso. Pero todo eso tampoco importa ya, tuve una buena muerte, una muerte en el fuego del combate, con el corazón latiendo al máximo, con el miedo, la emoción, la euforia y el desenfreno impensable para el hombre ordinario. Las Nornas inmortales, tejedoras del destino de los hombres, me han premiado con este final digno de leyenda, muchos sentirán celos por como he terminado mis días y generaciones enteras se inspiraran por mis hazañas en el campo de batalla.


Y aquí me encuentro, tendido entre los cuerpos de mis amigos y enemigos en una extraña y pacifica comunión sangrienta, carne de cuervos y lobos, solo, agonizante, esperando. Si, espero; espero haber sido digno de ser elegido por las hermosas Valkirias para formar parte de las huestes de Odín en el Ragnarok, poder entrar en los salones del Valhalla y convertirme en uno de los Einherjar. ¡Ah! ¡El Valhala! ¡Destino largamente anhelado! Donde los guerreros combaten día tras día en una infinita danza de espadas, matando y renaciendo, perpetuando hasta el fin de los días el fuego sagrado del combate que enciende el corazón de los hombres y los enaltece hasta las más elevadas alturas. Con sus dorados techos de escudos entretejidos soportados por portentosas lanzas y sus vastos espacios que albergan a los más valientes hombres cosechados en las grandes e inmortales batallas de la historia entera ¿Dónde se verá jamás semejante conjura de valor y arrojo? ¿en qué lugar del vasto espacio se podrá concentrar tan poderoso y formidable ejército? ¡No! ¡Ni en el renacer de mil eternidades podría verse semejante espectáculo nuevamente! El sabor metálico y acre del polvo y la sangre en mi boca se transmuta en un dulzor reparador de solo pensar en el sabor del hidromiel que la cabra Heidrun produce cada día luego de comer de las hojas del árbol Lerad. El dolor de mi cuerpo se disipa al imaginar el sublime placer de comer de la exquisita carne del puerco Saechrimner, el cual es cocinado todas las mañanas y renace cada noche para dar sustento a la horda de inmortales guerreros. Pensar que de esta humilde e insignificante vida terrenal pasare a formar parte de la innumerable legión de Odín que enfrentará al temible lobo Fenrir en el Ragnarok, le da sentido a todos los sufrimientos pasados, es la conclusión que re significa mi existencia, el objetivo supremo que le da unidad y realidad a todo mi ser. ¡Somos el trigo que las espadas cosechan para servir el banquete final en el ocaso de los tiempos, somos los elegidos, los que inspiran a los hombres a seguir adelante, el hilo que teje los mitos que dan sentido a todos los pueblos, la leña que mantiene el fuego de la historia encendido y dando calor al presente! Si, eso somos, porque yo también seré elegido.
¡Ya puedo escuchar en la distancia el sonido de los cascos de las nobles valquirias, puedo sentir su llamado, el reconfortante sonido que surge del reino donde se regocijan las almas marciales, escucho que me llaman al palacio de Odín para ocupar mi lugar inmortal! ¡Contra un sol moribundo creo ver delineadas en el horizonte las formas de estas hijas de la carnicería que vienen a reclamar su premio! Puedo imaginar ya sus bellas y rubias cabelleras, sus rostros celestiales, sus brillantes armaduras! Mi corazón desborda de emoción con sus últimas fuerzas, mis ojos se esfuerzan por distinguir las figuras de mis hermosas salvadoras, puedo sentir el dulce aroma de sus perfumes y el sudor de sus cuerpos y mis oídos se pierden con la suave y perfecta sinfonía de sus voces y el galope de sus corceles! Sin embargo… no es todo perfección... hay algo que esta de mas... Detrás de de tan dulce melodía se deja oír un murmullo… un lejano pero sombrío y amargo sonido que desentona la sublime belleza del momento… ¿Es acaso una risa? Suena como una lejana carcajada… ¡pero cada vez se hace más intensa! Una extraña sensación se apodera de mi cuerpo, un gélido escalofrío se desliza por mi espalda y tensa mis músculos ¿qué extraña y maléfica fuerza pugna por arruinar mi éxtasis final? Si. Es una risa… una infernal carcajada surgida de las más oscuras profundidades de los nueve mundos del Niflheim ¿acaso pertenece al pérfido Loki? ¡Si! ¡No puede ser otro! Príncipe de la corrupción y la mentira ya es tarde para tus artificios y trampas!¡He cumplido con mi parte y nada ya puede evitar que me siente en la mesa de Odín! Pero… cada vez es más fuerte... el canto de las valquirias se pierde en este terrible y ensordecedor sonido que penetra mi alma y me llena de terror! ¡Los cascos se alejan! ¡No! ¡Perversa criatura! ¡No puedes desafiar la ley de los dioses! ¡Es mi destino! . Esta atroz, sin embargo extrañamente familiar, carcajada se apodera de mí ya no oigo mas nada! La bellas doncellas de la batalla se pierden en el humo negro y el sol rojo sangre! ¡no se alejen! ¡Vuelvan! ¡Malvada criatura, los dioses pondrán fin a tu vileza! Pero… no puede ser Loki quien se burla, yo reconozco ese sonido ¡lo escuche en muchas ocasiones! ¡Más aún, ahora recuerdo, siempre estuvo ahí, desde el inicio, a veces mas oculto otras veces más sonoro, pero nunca se alejo! ¡No es Loki el príncipe del mal, artífice de mentiras y engaños que quiere arruinar mi destino final! ¡No! ¡Es mi propia risa! ¡El dulce sabor del hidromiel vuelve a ser acre y metálico en mi boca, ya no hay cantos y llamados celestiales, no hay brillantes doncellas de rubias cabellleras! ¡solo esta la penumbra de un sol agonizante, el olor a sangre en el aire, el sonido de agonia y dolor! ¡Estoy solo! Y ya puedo ver el abismo negro que se cierne sobre mí, el silencio la oscuridad.

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