miércoles, 28 de agosto de 2013

LA MAQUINA SE DETIENE por E.M. Forster (1909)

 Este cuento lo leí hace mucho y me pareció muy loco, tomando en cuenta que fue escrito en 1909. Lo mencioné en varias ocasiones pero a muchos la lectura en inglés les molestaba un poco así que hice una burda  y desprolija traducción ya que no lo pude encontrar en castellano por ningún lado. Debe estar bastante llena de errores ya que la hice rápido y casi no la revisé.

NOTA: Hace poco leí los comentarios y me enteré que alguien se ha tomado el trabajo de hacer una traducción seria. Para el que realmente tenga interés en leer el cuento, probablemente la experiencia sea mucho más placentera leyéndola con una buena traducción. En lo personal no la leí, pero el prólogo que hace el traductor me pareció genial. Dejo el link para el que le interese: https://edicioneselsalmon.com/2016/10/18/la-maquina-se-para/


LA MAQUINA SE DETIENE
por E.M. Forster (1909)
Traducción
Marcos Buccellato (2011)
I
LA AERONAVE
Imagine, si usted puede, una habitación pequeña, de forma hexagonal, como la celda de una abeja. No está iluminada ni por ventanas ni por lámparas, sin embargo la inunda un suave resplandor. No tiene aberturas para ventilarla, aun así el aire es fresco. No hay instrumentos musicales, pese a esto, al momento de comenzar mi relato, el cuarto vibraba con una música melodiosa. Hay un sillón en el centro, junto a este una mesa de lectura – esos son los únicos muebles. Y en este sillón se sienta un bulto arropado de carne – una mujer, de un metro y medio de alto, con la cara pálida como un hongo.
A ella es a quien le pertenece esta habitación.
Sonó un timbre eléctrico.
La mujer presionó un interruptor y la música se detuvo.
‘Supongo que debo ver quien es’, pensó, y puso su silla en movimiento. La silla, como la música, era accionada por una maquina que la desplazo hacia el otro lado de la habitación donde el timbre todavía sonaba de forma inoportuna.
‘¿Quién es?’ exclamó. Su voz estaba crispada, había sido interrumpida en varias ocasiones desde que la música había comenzado. Ella conocía a varios miles de personas, en algunos sentidos, la interacción humana había avanzado mucho.
Pero cuando escuchó por el receptor, su rostro blanco dejó dibujar una sonrisa entre sus arrugas, y dijo:
‘Muy bien. Hablemos. Voy a ponerme en aislamiento. No espero que ocurra nada importante por los próximos cinco minutos – así que puedo darte cinco minutos completos, Kuno. Luego debo impartir mi conferencia sobre “La música en el periodo australiano”.’
Accionó la perilla de aislamiento, para que nadie más pudiera hablarle.  Luego tocó el aparato de iluminación, y la pequeña habitación se hundió en la oscuridad.
‘Date prisa’ exclamó, otra vez con irritación. ´Date prisa Kuno, aquí estoy en la oscuridad perdiendo mi tiempo´.

Siluetas

Algo que escribí despues de ver la serie de fotos bien de familia: http://www.mariajosedamico.com.ar/personal/index.html

Siluetas
Marcos Buccellato (2011)


“¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?”

 J.L. Borges ‘Ausencia’


“Como el Dios de los místicos,
de Quien deben negarse todos los predicados,
el muerto ubicuamente ajeno
no es sino la perdición y ausencia del mundo.”
J.L. Borges ’Remordimiento por Cualquier Muerte”



Entre abrí los ojos y mire por la ventana del tren.  Hacia frio y era muy temprano, al menos para mí , acostumbrado a pasar noches de desvelo a veces en solitario y otras anestesiado por alguna actividad insignificante en algún lugar ruidoso. Era un lunes de agosto y yo estaba viajando en un tren semivacío, hacía ya un rato que había dejado la ciudad atrás y veía pasar vagones cargados de gente en el sentido contrario. Me sentí raro, como si por alguna razón estuviera yendo en la dirección equivocada, lejos del resto, alejándome de la sociedad.  Pero había tomado este tren con un propósito, hacerle un favor a un amigo con muchas más ocupaciones que yo.  Juan hacia poco había perdido a su abuela y, como pasa en muchos casos, había recibido algunas propiedades como herencia. El era un hombre ocupado, siempre trabajando y corriendo de un lado al otro, tenía una familia y muchas obligaciones, siempre estresado y con poco tiempo para nada, por esta razón pidió mi ayuda. Yo había tenido la suerte de heredar una modesta fortuna desde muy joven, nada muy espectacular, pero lo suficiente como para no tener que vivir atado a obligaciones  materiales, por otro lado, como tampoco  me gustaba demasiado el compromiso, mis intentos de formar una familia tradicional habían fracasado,  por o cual disponía  de bastante tiempo libre. El problema de Juan era que parte de su herencia consistía en una vieja propiedad abandonada  que estaba lejos de la ciudad y el no tenía tiempo de alejarse de su vida cotidiana para ver de qué se trataba o, quizás, le daba un poco de temor romper su rutina diaria. Sabía que no era nada muy valioso, sino probablemente su instinto material lo hubiera hecho correr a verla. Como nos conocíamos hacia años y él me tenía confianza, me pidió si podía ir a revisarla y decirle si había algo de valor en la misma. El había pensado en venderla directamente sin siquiera visitarla, estaba seguro que no había nada interesante, pero siempre estaba la posibilidad de encontrar algo. Yo acepte sin mayor inconveniente, más allá de tener que madrugar un poco, me resultaba entretenido hacer algo distinto.

Valhalla


Este cuento lo había escrito originalmente cuando tenia 18 años, lo perdí y a sugerencia de un amigo lo escribí de nuevo.

Valhalla Marcos Buccellato (1994) (2011)

El sol se oculta, los gritos se apagan, se escuchan los sordos gemidos de los heridos y moribundos, la batalla se ha terminado. El paisaje es desolador, sombrío y triste, cuerpos apilados, ensangrentados y torcidos de grotescas maneras adornan la planicie y en el cielo, los cuervos y el humo negro de las hogueras forman oscuras y tenebrosas formas a la roja y fría luz del atardecer de las tierras del norte. En este juego no importa la victoria o la derrota, siempre ocurre una de las dos y siempre se regresa a este campo de muerte, lo que vale es que hoy fue un buen día, muchos bravos guerreros cayeron por mi espada y otros tantos huyeron con terror en sus ojos de solo contemplar el sendero de aniquilación y sufrimiento que se abría a mi paso. Pero todo eso tampoco importa ya, tuve una buena muerte, una muerte en el fuego del combate, con el corazón latiendo al máximo, con el miedo, la emoción, la euforia y el desenfreno impensable para el hombre ordinario. Las Nornas inmortales, tejedoras del destino de los hombres, me han premiado con este final digno de leyenda, muchos sentirán celos por como he terminado mis días y generaciones enteras se inspiraran por mis hazañas en el campo de batalla.